martes, 28 de septiembre de 2010

Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis...

Era profesora de matemáticas y sus besos sabían a tiza. De eso hace ya mucho. Pero lo bueno de los números es que nunca cambian con el paso del tiempo. Me enseñó a sumar con los dedos de los pies, y yo aprendí a contar mentiras de dos en dos.
Hoy la he visto pasar en su coche, no sé porqué miré a su matricula, 2246, y me dió por cantar la cancioncilla infantil, 2 y 2 son 4, cuatro y dos son 6.... todo ha encajado al sumar pasado y casualidad.

2 comentarios:

  1. Una historia tierna; da igual si es verdad o es ficción. Me gusta cómo lo has hilado todo a través de la canción infantil que nos enseñó a sumar.

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